*** Después de comer en exceso no es necesario ayunar o someterse a un plan détox. Basta con moverse, hidratarse y cuidar la dieta de los días posteriores para evitar que esto pase factura a la salud.
[su_heading]Tegucigalpa, Honduras[/su_heading]
En general no es preocupante si solo sucede en ocasiones excepcionales. El problema es que las comidas abundantes suelen ir acompañadas de malas digestiones, hinchazón e, incluso, sopor o malestar.
Para ello, existen algunos pequeños trucos y algunas pautas alimentarias para los días posteriores que permiten mejorar esta situación y seguir adelante sin que el exceso pase factura.
Cuando no se ha controlado la ingesta y ya se ha comido de más, es preferible adoptar una serie de pautas para los días posteriores. Estas son de mucha ayuda, aunque no sirven de excusa para comer en exceso a menudo.
Esto es lo más importante y lo que hay que prevenir a toda costa. Por lo tanto, después de una comida muy abundante no son adecuados los ayunos o pasar hambre para compensar.
Un atracón puntual se acaba normalizando en los días posteriores y más si se ponen en práctica los consejos que se comentan a continuación. En cambio, al intentar compensar con hambre o escasez de alimentos se corre el riesgo de entrar en un círculo vicioso de comida/compensación continuado.
Después de comer de forma extensa, es necesario beber agua a lo largo del día. No hay que temer a acrecentar la sensación de llenar, pues en realidad esta ayuda al proceso digestivo y facilita el tránsito intestinal.
Para ello, el mejor líquido es el agua y es necesario beber poco a poco. Las bebidas con gas o refrescos no son adecuadas, ya que el gas puede hinchar todavía más todo el aparato digestivo.
Las comidas más ligeras y de fácil digestión son las más adecuadas los días después de comer en exceso. Todos aquellos alimentos que aporten agua, fibra y proteínas magras son los más favorables.
Para evitar la desorganización y comer algo rápido e improvisado es bueno pensar unos menús donde abunden las sopas, las cremas de verduras, las ensaladas, la carne, el pescado, los cereales integrales, la fruta o los yogures.
Ser activo durante el día y hacer alguna actividad más intensa es una práctica aconsejable para todo el mundo. En este caso concreto, permite quemar más calorías y compensar con el gasto energético el exceso de comida.
Algunas propuestas van más allá y sugieren que la actividad física habitual mejora la sensibilidad del sistema de control del apetito. En estudios comparativos se observa que los individuos activos disminuyen la ingesta de energía en comidas a voluntad frente a los no activos, aunque pueden influir otros factores y es necesaria más investigación.
Cuando es uno mismo el que organiza y celebra la comida en su propia casa es preferible evitar la acumulación de sobras y restos. Tenerlos a mano hace que las personas sean más vulnerables o propensas a consumirlos en los días siguientes.
Entonces, si quedan restos de pastel, tartas, platos muy calóricos o comidas con salsa, es mejor regalarlos y repartirlos. El resto se puede dividir en porciones individuales y congelar para consumir más adelante.
Comer de más un día puntual no es el fin del mundo y mucho menos cuando esta comida forma parte de una reunión familiar, con amigos o de una celebración especial. Es necesario saber apreciar estas ocasiones y no dejar que lo que se ha comido quede en el foco de atención.
Después de comer en gran cantidad en un momento puntual es habitual que aparezcan problemas digestivos. La comida permanece más tiempo en el estómago y puede empujar hacia el diafragma. A su vez, esta situación provoca reflujo, acidez y otras sensaciones molestas.
Para aliviarlos existen pequeños remedios que permiten superar estas secuelas y poner solución en un tiempo relativamente breve.
A veces las ingestas elevadas de comida suceden sin poder evitarlo. Esto puede llegar en ocasiones inesperadas o en días que se acaba comiendo más de lo normal. Sin embargo, otras veces sí que se pueden prever como, por ejemplo, en los cumpleaños o en Navidades.
En estas últimas, se pueden evitar el malestar y los problemas digestivos si se controla un poco lo que se come y se para cuando se siente sensación de saciedad y bienestar.
En el día a día, comer despacio y dedicar un tiempo especifico para comer (sin otras distracciones como el televisor o el ordenador) ayudan a tomar conciencia de lo que se come y a poder detectar el momento justo de parar.
Ahora bien, si no es posible evitar una ingesta fuerte, después de comer en exceso no sirve de nada sentirse culpable, pues esto solo empeora la situación. Una comida exagerada de vez en cuando no arruina la salud y tampoco una dieta de adelgazamiento. La mejor recomendación es hacer una dieta variada, adaptada a las necesidades personales y evitar cualquier tipo de restricción o prohibición alimentaria.
Tal y como señalan los autores Polivy y Herman las personas que hacen restricciones alimentarias en su día a día realizan comidas excesivas más a menudo. Además, comen más cantidad de alimentos con alto contenido calórico cuando los tienen a mano.
Una hartazgo de comida puntual puede ocurrir a todo el mundo y en cualquier momento por motivos muy variados. Esto no tiene por qué ser perjudicial para la salud y los inconvenientes que conlleva se solucionan con pequeños remedios y pautas alimentarias.
Ahora bien, es fundamental tener claro que en ocasiones comer en exceso no es una práctica esporádica, sino que se trata de en un trastorno de la conducta alimentaria. En estos casos, es imprescindible acudir en busca de ayuda profesional.
Además, hay que tener en cuenta que todos estos consejos son válidos cuando esto sucede de forma ocasional. Los hartazgos y las comidas muy abundantes no son saludables si se hacen a menudo y, a la larga, el ciclo de comilona y compensación puede acarrear problemas alimentarios. Mejorconsalud
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