domingo, enero 19, 2025
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Bien Común de la Humanidad: Bienestar y Progreso Social de los Pueblos

Tegucigalpa, Honduras

Bien Común de la Humanidad: Bienestar y Progreso Social de los Pueblos                                                         
Por: Roberto Herrera Cáceres                                                                                                                        

En ejercicio de mi vocación personal, formación profesional y experiencia como académico, diplomático, funcionario internacional y Ombudsman; y, en especial, como investigador y escritor sobre los bienes y males públicos que experimentan los pueblos: he dedicado mi vida al estudio constante con pensamiento crítico, actual y prospectivo; he utilizado los adelantos de las ciencias y tecnologías, teniendo siempre presente los valores éticos superiores en las conclusiones y en la toma de decisiones buscando orientarlas a la generación o impulso de ideas transformadoras, viables, factibles y eficaces en la solución de problemas que obstaculizan el bien común de los seres humanos.

Así, he investigado, estudiado, examinado datos de la realidad y escrito sobre el tema central del bienestar común de los pueblos desde los ámbitos local, nacional y regional, en interdependencia con el ámbito mundial; y en perspectiva de la universalización del superior respeto, promoción y protección de la dignidad humana.

 He constatado, por esa vía, que en formales Estados democráticos de Derecho la realidad de la vida de la mayoría de los pueblos soberanos evidencia ser contraria a  una sociedad realmente democrática conforme a lo previsto en el estado de Derecho en vigor, nacional e internacional; y que, en gran medida, ello es debido a la ilegítima gestión pública – por parte de las personas que representan, en su origen, a la ciudadanía – y que luego – abusando de esa representación – perjudican el buen funcionamiento del Estado, desviándose de la aplicación e interpretación debida de la Constitución conforme a sus objetivos y fin supremo de la sociedad y  del Estado, las particularidades locales y nacionales y a las normas y estándares internacionales correspondientes.

Al mismo tiempo, he podido compartir ese conocimiento y propuestas de innovaciones y transformaciones por medio de veinte y tres libros que he publicado, más recopilaciones de tratados internacionales; de obras colectivas universales en las cuales he participado en colaboración con juristas de los diferentes continentes; y con la divulgación sistemática de centenares de estudios y artículos individuales.

Esos antecedentes han posibilitado verificar que en los ámbitos: nacional, regional y mundial los males públicos están prevaleciendo sobre el bien de las sociedades o pueblos nacionales organizados en la mayoría de los Estados democráticos de Derecho.

Ante dicha situación, las personas individuales y los pueblos – como soberanos individuales y colectivos de sus Estados – tienen la vital y cada vez más apremiante necesidad de actuar como tales, y – en esa virtud de poner fin a esa contradicción que evidencia favorecer más a los males públicos que perjudican grave y crecientemente la dignidad de la vida en sociedad organizada como Estado democrático y de Derecho: reivindicando, protegiendo y promoviendo siempre su derecho inherente como ser humano a su dignidad y bien común; y como meta imperativa de sus sociedades y Estados.

Ese es ejercicio de la ciudadanía y de las sociedades, de su derecho inherente a la dignidad humana y a la soberanía sobre el Estado que corresponde a cada pueblo; y del correlativo e impostergable deber de las personas y ciudadanía con sus familias, comunidades locales y nacionales; y con la humanidad. 

Ese prioritario ejercicio del derecho y cumplimiento del deber de las personas y pueblos requiere salir de la pasividad e indiferencia actual, así como de contribuir a superar la anomia o situación de  parte importante de la ciudadanía que ignora el contenido de la Constitución adoptada democráticamente interpretando las aspiraciones del pueblo (contrato social); y desconoce la importancia de su existencia como ser humano y ciudadano (a) y su derecho a condiciones básicas de vida digna y oportunidades iguales para su bienestar personal y familiar y su progreso social que la Constitución ordena – al Estado – garantizar y hacer efectivo progresivamente generando condiciones apropiadas para ello, en su funcionamiento dirigido por sucesivos buenos gobiernos.

Lo anterior significa la participación necesaria de toda la ciudadanía en los procesos democráticos y en la forma de gobierno constitucionalmente reconocida. Por ello, llamamos persistentemente a que todas las personas ejerzan su derecho a participar en la gestión de los asuntos públicos y a controlar la acción gubernamental.

Con esa inteligencia natural creativa de instancias ciudadanas y de identificación de medios y propuesta de transformación de la situación mundial actual: en el 2023 y 2024, exhortamos a la ONU a impulsar el reordenamiento debido del orden internacional en vigor, centrándolo en el logro de la meta suprema de protección y promoción de la dignidad de los seres humanos y en la salvaguarda del planeta Tierra.

Hoy reiteramos ese llamado al despertar y accionar de los pueblos en cuanto a la reivindicación de sus constituciones como norma suprema complementada por reglas internacionales reconocidas constitucionalmente o por tratados internacionales que forman parte del Derecho interno y prevalecen sobre las leyes.

Promovemos, en consecuencia, la reivindicación conducente al reordenamiento debido del orden internacional en función de finalidad suprema de respeto, promoción y protección de la dignidad y derechos de los seres humanos y de la salvaguarda del planeta Tierra, con evidencias de resultados de efectividad progresiva en el bienestar general de los pueblos locales y nacional de los Estados; mediante el logro verdadero de objetivos intermedios y complementarios de democracia, desarrollo sostenible, seguridad humana, justicia y cohesión social, solidaridad y paz , en el ámbito mundial.

Promoción que acompañamos precisando medios e instrumentos innovadores, concretos y prácticos del siglo XXI acordes con la evolución de las ciencias y las tecnologías, para hacer viable y dar eficacia a la planificación de esa transformación, desde el 2025, hacia el futuro próximo.

Inclusive, con esa inteligencia natural creativa de instancias ciudadanas de transformación de la situación mundial actual, mediante el reordenamiento del orden internacional en vigor, centrándolo en el logro de la meta suprema de protección y promoción de la dignidad de los seres humanos y en la salvaguarda del planeta Tierra: en el 2024, realicé mis primeras experiencias de comparación e intercambio de datos y resultados – relacionados con esa materia – con máquinas de inteligencia artificial que simulan las capacidades de la inteligencia natural. Lo hice con una reconocida fuente de inteligencia artificial generativa (IA), sin desconocer ni olvidar jerarquías de objetivos, principios y valores en la escala humana y las diferencias notables y complementariedades a concretar entre ambas inteligencias.

 En próximo artículo, abordaremos el contenido y resultados de esa comparación de datos y resultados y de la complementariedad entre inteligencia natural e inteligencia artificial generativa, para impulsar el bien común de la humanidad, haciendo prevalecer el objetivo supremo de las sociedades, Estados y organizaciones internacionales. Por Roberto Herrera Cáceres

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