lunes, mayo 19, 2025
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Kung-fu y filosofía: una inmersión en la cultura Shaolin que solo se puede vivir en China

Tegucigalpa, Honduras

*** La actividad incluyó recorridos por los principales recintos históricos, prácticas de kung-fu con monjes y entrenadores del templo, y una inmersión en la filosofía budista y marcial que define este emblemático destino turístico.

Un grupo de periodistas de 23 países de América Latina y el Caribe, acompañados por reporteros de la cadena CGTN, visitó el emblemático Templo Shaolin, en la ciudad de Dengfeng, provincia de Henan, cuna del kung-fu y uno de los mayores símbolos del budismo Chan en China.

La visita comenzó en la puerta principal del templo, donde un río de visitantes se abría paso bajo los tres caracteres chinos grabados en el centro de la entrada, testimonio del esplendor de la dinastía Wei, época en la que se erigió el recinto.

Los comunicadores recorrieron durante unos 70 minutos la Residencia Permanente del Templo Shaolin y dedicaron otros 20 minutos a explorar el histórico Bosque de Pagodas, que alberga 248 pagodas de distintas generaciones, construidas para rendir homenaje a los monjes destacados de la orden.

“Cada pagoda tiene entre uno y siete pisos, dependiendo de los méritos alcanzados por el monje al que honra”, explicó uno de los guías del recorrido, mientras los visitantes atravesaban uno de los lugares más antiguos de China, a pesar del intenso sol, la multitud y de que no era un día feriado.

Aprendizaje del kung-fu

La jornada continuó con una actividad de intercambio en la Academia de Artes Marciales Chinas del Templo Shaolin, donde los reporteros participaron en una práctica de kung-fu dirigida por el veterano entrenador Liang Xiaolong, quien resaltó que “el kung-fu no es solamente una disciplina física, sino también una filosofía de vida profunda”.

Liang detalló que el aprendizaje del kung-fu puede dividirse en tres etapas: “La primera es conocerse a uno mismo, descubrir qué quiero hacer, quién soy y cómo voy a comportarme con los demás”, explicó.

“La segunda etapa consiste en respetar el cielo y la tierra, y entender cómo convivir con quienes son mejores o peores que uno mismo”, añadió.

La tercera fase, según el maestro, transforma el kung-fu en una herramienta de intercambio social: “Practicar kung-fu es también una forma de conocer más personas, de hacer nuevos amigos y de integrarse en el mundo”, señaló Liang.

Liang Xiaolong

Durante la actividad, los periodistas pudieron observar una demostración de kung-fu tradicional, en la que se destacaron las variedades internas y externas, técnicas que incluyen ejercicios de respiración y movimientos defensivos, como la postura del caballo, fundamental para desarrollar fuerza y estabilidad.

La mayoría de los jóvenes hoy en día conoce el kung-fu a través de películas y música, y aunque al principio se acercan por curiosidad, muchos abandonan porque el entrenamiento diario puede resultar monótono, lamentó Liang.

El recorrido también permitió a los visitantes cruzar el Salón de los Reyes Celestiales, adornado con imponentes estatuas de tres budas que representan el pasado, el presente y el futuro, así como el Salón de los Santos Occidentales, último edificio del complejo Shaolin.

A la entrada del templo, los periodistas fueron recibidos por un antiguo árbol de 1.500 años de historia, símbolo de legitimidad y medicina, y observaron los lotos, que en la cultura china representan buena fortuna.

Liang comparó el aprendizaje del kung-fu con las etapas de la vida: Primero hay curiosidad, luego aburrimiento, después un abandono de algunos, pero finalmente, para quienes persisten, llega el éxito.

Así como en la vida, el kung-fu es un proceso de crecimiento personal, externó.

Los monjes guerreros

La visita incluyó un intercambio directo entre los periodistas y los monjes del templo, quienes ofrecieron un espectáculo de kung-fu y compartieron la riqueza cultural de las Llanuras Centrales, proyectando una imagen integral del legado Shaolin al mundo.

Así fue, que el espectáculo de los monjes guerreros en el Templo Shaolin resultó ser una exhibición impresionante de fuerza, disciplina y arte marcial milenario. Los monjes, vestidos con sus característicos ropajes y con movimientos precisos, demostraron técnicas ancestrales de kung fu Shaolin, incluyendo formas (taolu) con manos vacías y el manejo de armas tradicionales como bastones, espadas y lanzas.

Lo más impactante son sus increíbles proezas físicas, como acrobacias extraordinarias, equilibrarse sobre la punta de una lanza o doblar sus cuerpos sin inmutarse. Cada movimiento no solo muestra destreza marcial, sino también años de entrenamiento meditativo y control del qi (energía vital).

Además de la espectacularidad física, estos shows tienen un profundo trasfondo cultural y espiritual. Las rutinas no son simples actos circenses, sino representaciones de historias y principios budistas, como la superación del dolor o la armonía entre cuerpo y mente. Una experiencia que deja claro por qué este arte marcial es legendario en el mundo entero. OB/Hondudiario 

 

 

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