*** Los parisinos lograron obtener su clasificación al juego más importante de la temporada como es una final de Champions League.
Luis Enrique podrá festejar su 55 cumpleaños por todo lo alto este jueves, un día después de que su París Saint-Germain lograra la segunda clasificación para la final de la Liga de Campeones de toda su historia, tras derrotar en la vuelta por 2-1 al Arsenal de Mikel Arteta, que peleó hasta el final por dar la vuelta a la eliminatoria pero se encontró con un rival con más puntería y un heroico Donnaruma.
El meta italiano, ya decisivo en la ida, en los octavos contra el Liverpool y en los cuartos ante el Aston Villa, protagonizó tres paradas magistrales que le valieron el billete para Múnich al equipo francés, que ante el Inter de Milán tratará de confirmar su condición de favorito.
Una hazaña para un Luis Enrique que en dos campañas al frente del club ha conseguido semifinales y final y que encabeza un proyecto joven y prometedor con mucho potencial por delante.
Solo había que ver la cara de satisfacción del presidente del club, Nasser Al-Khelaifi, sentado en el palco junto al presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, para darse cuenta de que las cosas van bien en el Parque de los Príncipes.
El técnico español, que el año pasado sopló las velas de su aniversario apenado por la eliminación del PSG en semifinales por el Borussia Dortumund, ha sabido mejorar la plantilla sin grandes estrellas tras la salida de Kylian Mbappé, pero sí con un enorme presupuesto a su servicio, el mayor de los cuatro semifinalistas.
Ante el Arsenal defendía el 0-1 de la ida y firmó una victoria trabajada, conseguida con el sacrificio que gusta predicar ‘Lucho’, que también vivirá su segunda final de la máxima competición continental tras la que levantó en 2015 con el Barcelona.
Los ‘Gunners’ amenazaron con asestar al PSG un nuevo varapalo en Europa, salieron dispuestos a meter el miedo en el cuerpo al Parque de los Príncipes y enjugar así la desventaja de 0-1 de la ida.
Pero Gianluigi Donnarumma volvió a ser providencial en los primeros minutos abortando los intentos de Rice (m.4) y Odegaard (8), oxígeno para los locales, poco acostumbrados a dejar a sus rivales el timón del juego.
El plan de Arteta consiguió arrebatar el centro del campo al PSG, colocar el juego en su zona de peligro y crear la duda. A cambio dejó espacios en su medular, una zona franca para el tridente parisiense que, huérfano de Ousmane Dembélé, su máximo artillero, se encomendó a la velocidad de Barcola, Doué y Kvaratskhelia.
El georgiano dio el primer aviso en el minuto 17 con un balón que se estrelló en un palo y Doué y Barcola seis minutos más tarde desperdiciaron una buena contra.
Pero con menos dominio de lo que están acostumbrados, también demostraron que son capaces de hacer sangre, mientras que el Arsenal perdía fuelle y lo fiaba todo al balón parado, sin mejor suerte.
Al contrario, fueron los locales quienes al saque de una falta por parte de Vitinha abrieron el marcador, tras un mal despeje de Thomas Partey que dejó el balón en la frontal, donde Fabián Ruiz se lo acomodó con el pecho y batió a David Raya con un potente disparo.
Su primer gol en 46 partidos disputados en Liga de Campeones, el premio a una gran temporada del español, convertido en un pilar del esquema de Luis Enrique, adorado por la grada y ensalzado por la prensa. EFE