¡HOMENAJE PERMANENTE A LAS MADRES HONDUREÑAS POR SER GENERADORAS DE VIDA PLENA Y PRODUCTIVA, Y AGENTES NATURALES FACILITADORAS DEL BIEN INDIVIDUAL, MUNICIPAL Y NACIONAL!
Por: Roberto Herrera Cáceres
Como hijo, padre de familia, ciudadano y defensor de la dignidad y derechos humanos, respetuosamente comparto: tanto la creencia profunda y personal en la permanente disposición de las madres para obrar en procura del respeto a la dignidad y del logro del bienestar de sus hijas e hijos, y de todo lo que contribuya honestamente a ello; como el reconocimiento constante a todas las madres hondureñas – sin exclusión alguna – por su conducta consecuente con la preparación de sus descendientes para su desempeño en la vida social. Con ese mismo espíritu invoco la memoria de nuestras madres ya fallecidas.
En otras palabras, todas son madres que existen y aquellas que perduran en nuestro recuerdo por su igual papel trascendental como generadoras de vida de las sucesivas generaciones de hondureños y hondureñas; y como agentes naturales de fomento de solidaridad y seguridad humana en favor del creciente bienestar y progreso social de sus hijos (as); y de la atención que corresponda a lo necesario para que disfruten, cooperen y compartan los frutos de la convivencia familiar, municipal y nacional.
De ahí que sea necesario e impostergable dar más fuerza y vitalidad a ese desempeño del papel social de las madres, por medio del cumplimiento por los gobiernos- del deber del Estado de proteger con acciones positivas – la maternidad, la infancia y la familia, en el ámbito municipal y en el nacional.
Así, se hará posible crear condiciones básicas de vida para que también las madres solteras o jefas de hogar – que viven en condiciones de pobreza – gocen igual y efectivamente de sus derechos humanos; pudiendo así contribuir aún más a la cívica orientación social – de sus hijos e hijas – hacia el trabajo decente en empleos productivos que contribuyan al impulso constante del desarrollo local y nacional para el bien común del pueblo, beneficiándose equitativamente de sus resultados y de la igualdad de oportunidades y posibilidades para mejorar individualmente sus condiciones de vida y de trabajo.
En efecto, ello es base indispensable y esencial – en la digna convivencia familiar y su complementación con la educación formal proveniente del Estado democrático – para el aprendizaje o conocimiento del valor de la cultura democrática de la dignidad humana y de su práctica solidariamente respetuosa por los padres e hijos e hijas y familias del presente; y para las nuevas generaciones, en lo que concierne al goce y afianzamiento de la armónica cohesión municipal y nacional de la sociedad hondureña.
En esa dirección, es de la mayor importancia social: fortalecer la capacidad de las madres como agentes naturales de solidaridad familiar, municipal y nacional; y facilitar el despliegue de su capacidad de promover – en todos esos espacios de vida – el respeto y la defensa de la dignidad humana; y el cumplimiento progresivo de los derechos humanos – tal como está previsto y ordenado en nuestra Constitución de la República – como finalidad superior del Estado y la sociedad.
El resultado esperado es lograr un ambiente generalizado de respeto mutuo y solidaridad humana que se empiece a vivir – por los niños y niñas, jóvenes, adultos y adultos mayores – desde la convivencia en las familias; que se amplíe en sus vidas dentro de la respectiva comunidad local en aras de la seguridad humana conducente al desarrollo local para el bien común municipal; y se prolongue, en el ámbito nacional, consolidando la unidad solidaria en la cual nos sintamos igualmente todos como partes integrantes de la Patria, con el deber y el derecho – individual y colectivo – de ser dignos portadores de la identidad nacional de Honduras. Ese sería el efecto y la consecuencia de una revolución pacífica para la transformación nacional, fundamentada en una mayor y más responsable ciudadanía unitaria – local y nacional – solidariamente consciente de su valor individual y colectivo; y del poder de su voto y de su participación ciudadana, en las elecciones 2025, como paso inicial.
Voto independiente por el bien común e individual en nuestra Honduras que – para lograr ese resultado de patriotismo constitucional – necesita ser consciente, responsable, transparente y en plena libertad: para así seleccionar únicamente a ciudadanos y ciudadanas que tengan los conocimientos suficientes para desarrollar – con capacidad y seguridad, en forma oportuna, honrada y con rendición de cuentas al pueblo – todas las políticas y medidas gubernamentales previamente planificadas con participación de la ciudadanía, para concretar sosteniblemente la finalidad suprema de la sociedad y del Estado de Honduras.
En consecuencia, cada ciudadano y ciudadana debería votar por la transformación municipal y nacional; y velar por la gestión de buenos gobiernos que sepan cumplir con las obligaciones y responsabilidades del Estado constitucional democrático de Derecho en Honduras. Obligaciones y responsabilidades que se deben y pueden materializar en la realidad social, asegurando el cambio y la innovación en la familia, la sociedad y el Gobierno del Estado: promoviendo y protegiendo la dignidad humana de todas las personas y del pueblo hondureño; y el continuo y gradual logro de su bienestar, por medio del buen gobierno y el fomento constante del desarrollo sostenible que propicie el bienestar y progreso de toda la sociedad hondureña.
Así podremos apreciar y honrar más realmente a todas las madres de Honduras, en reconocimiento y valorización de su papel como generadoras de la vida; y como agentes naturales en su quehacer y determinación constante de asegurar el mayor bien posible para sus hijos e hijas; y para sus sucesivas generaciones.
¡Felicidad y bienestar para todas las madres hondureñas!