*** Otros lo identifican como uno de los mejores activistas del arte latinoamericanos, un calificativo que a Rodríguez (La Habana, 1971) le cuesta asumir.
En las portadas más reconocidas de Edel Rodríguez predomina el amarillo y el naranja, colores con los que dibuja a quien se ha convertido en protagonista habitual de su arte: el presidente estadounidense, Donald Trump. Conocido por sus agudas críticas visuales, el artista cubano se rehúsa a callar ante posibles represalias en el segundo mandato del republicano porque para él, “el verdadero peligro es el silencio”.
Sus icónicas tapas para las revistas Time y Der Spiegel, que destacan en una sólida y versátil trayectoria artística, le han valido el título de “Ilustrador en Jefe” de Estados Unidos, un guiño de la prestigiosa Fast Company que reconoce el valor de su arte como testigo de la realidad del país.
Otros lo identifican como uno de los mejores activistas del arte latinoamericanos, un calificativo que a Rodríguez (La Habana, 1971) le cuesta asumir.
“Yo no soy tan activista, yo duermo hasta las 10 de la mañana”, bromea en conversación online con EFE desde su estudio en Nueva Jersey, donde echó raíces tras llegar a EE.UU. con su familia durante el éxodo del Mariel en 1980, un camino que ha contado en su autobiografía gráfica “Gusano”.
Rodríguez ha transformado su protesta visual contra Trump en una suerte de marca personal, que comenzó con un dibujo de una reconocible silueta naranja y amarilla a punto de derretirse, convertida luego en un meteorito en camino destructor a la Tierra, una ola que amenaza con tragarse a Washington y una bola de demolición, metáforas que ilustran la capacidad de disrupción y la personalidad divisiva del presidente.
“No estoy en las protestas físicamente. A mí me gusta el confrontamiento de ideas, la discusión y yo lo logro con mis dibujos, con mis ideas”, explica. EFE