*** Moradores de comunidades costeras en los municipios de El Porvenir, San Francisco y La Másica, demandan a las autoridades gubernamentales y municipales, que se retomen algunos proyectos para mejorar servicios y accesos al Refugio de Vida Silvestre Cuero y Salado, un santuario visitado por turistas nacionales e internacionales.
Por: Josué Quintana Gómez
La Ceiba, Atlántida. Las áreas protegidas al norte de Honduras son territorios valiosos, ya que al mismo tiempo de brindar múltiples servicios ambientales, son hábitat para una diversa flora y fauna, asimismo sirven como hogar para varias comunidades que trabajan en la prestación de servicios turísticos y diariamente buscan nuevas oportunidades para encaminarse hacia un desarrollo sostenible.
Entre las áreas protegidas prioritarias del Corredor Biológico del Caribe Hondureño sobresale el Refugio de Vida Silvestre Cuero y Salado (RVS Cuero y Salado), declarado como tal desde el año 1987 (Decreto 99-87) y que tiene entre sus objetos primarios de conservación al manatí antillano (Trichechus manatus).
Las “vacas marinas” son mamíferos acuáticos de gran tamaño, con hábitos herbívoros y conducta pacífica, lo que permite a los guías locales y sus grupos de turistas encontrarlos con cautela, en los senderos acuáticos, canales con vegetación flotante y las barras de los ríos.
Esta especie está en peligro de extinción debido a la pérdida de su hábitat; heridas fatales por colisión con embarcaciones, por el enmallamiento en redes de pesca y la caza furtiva, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
Un gigante de carácter sereno que forja orgullo comunitario: (subtítulo en negrita)
Las comunidades son actores vitales para la conservación y la gestión sostenible de las áreas protegidas, por ello, conscientes de esa responsabilidad varias familias hondureñas se dedican a la prestación de servicios turísticos en Salado Barra (El Porvenir), Boca del Toro (San Francisco) y Boca Cerrada (La Másica), donde el manatí antillano frecuenta y representa oportunidades de desarrollo social para los locales.
El ecoturismo es una actividad que puede propiciar el desarrollo de las comunidades de una forma sostenible, mediante la generación de trabajos decentes y con crecimiento económico para la reducción de desigualdades, valora el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En Boca Cerrada, aldea costera en La Másica, Atlántida, “el manatí antillano es visto como un potencial atractivo y especie de valor para toda la comunidad, ya que su presencia en la zona interesa a muchos turistas y amantes de la vida silvestre y la naturaleza”, opina Carlos Martínez, un pescador artesanal de la aldea.
“El manatí puede volverse un gran atractivo turístico para Boca Cerrada, ya que puede generar interés en la observación y conservación de esta especie. Ellos nadan tranquilos aquí, andan a mitad del río frente a la barra, van y vienen hacia el mar”, comenta Carlos Martínez, quien también sirve como un enlace comunitario, con guías de las operadoras turísticas en las ciudades de La Ceiba y Tela, que llevan grupos de visitantes al RVS Cuero y Salado.
Kenia Martínez (consanguínea de Carlos), concuerda con su hermano que el manatí es un “atractivo turístico para Boca Cerrada” y puntualiza, que, para ellos observarlos es parte de su vida diaria, pero esa experiencia resulta “maravillosa” para otras personas que ansían observar a este gran herbívoro, en su hábitat.
“Para mí este animal es un atractivo porque todos los visitantes desean verlo, más aquellos que no lo conocen. La mejor hora para observar a los manatíes es al amanecer entre 5:30 AM y 6:00 AM, también se miran algunas veces por la tarde”, indica Kenia, quien se desempeña como docente en el Centro de Educación Pre-básica, en Boca Cerrada.
“En el Crique Mentiroso cerca de nuestra Escuela permanecen los manatíes, porque es un canal profundo y a ellos les gusta, también cruzan en grupos por la barra. Aquí se les da mucho valor a las vacas marinas, porque no es en cualquier lugar que se encuentran”, agrega Martínez.
Los vecinos en Boca Cerrada, jurisdicción de La Másica, están organizados en un Patronato Pro-Mejoramiento y en un Comité Local de Turismo, con el objetivo de poder atraer proyectos que les brinden nuevas oportunidades de desarrollo sostenible, a través de la prestación de servicios turísticos.
Piden a sus autoridades municipales que se les apoye con la capacitación de guías comunitarios, ya que hay “bastantes jóvenes que podrían trabajar en ello, y así habría más trabajo para la gente en la aldea, ya que hay personas que tiene conocimiento de toda la naturaleza que hay en la zona”.
“Ojalá que se pueda lograr un proyectos para tener más lanchas con motor, porque así el Comité de Turismo podrá trasladar más fácil a los turistas desde el embarcadero en Tierra Firme. Se necesita un Centro de Visitantes, pero que aquí mismo se acondicionen hospedajes donde se puedan quedar, es decir, necesitamos una instalación con las comodidades básicas para los viajeros”, concluye Kenia Martínez.
Por ahora, los únicos recorridos ofrecidos por los lugareños en Boca Cerrada son diurnos, para buscar a los manatíes en la playa y la barra; también, se pueden observar tropas de monos aulladores en la confluencia del río Cuero y el canal hacia Salado Barra. Varias especies de aves migratorias y residentes, se encuentran en la zona.
Algunas familias ofrecen el servicio de alimentación, con platillos tradicionales del Caribe hondureño, basadas en el coco, el pescado, la yuca y el plátano. Todavía no hay posibilidades de quedarse a dormir en la comunidad de Boca Cerrada, porque no hay hospedajes en la zona, aunque se mejorarán algunos espacios para acampado en tiendas, adelantaron dirigentes comunitarios.
Para llegar a la comunidad de Boca Cerrada, hogar del manatí antillano, debe tomarse la carretera CA-13 entre las ciudades de La Ceiba y Tela, donde se debe tomar el desvío hacia la comunidad de Trípoli, en La Másica, Atlántida. El camino de terracería se mantiene en buen estado y al final del mismo está un embarcadero que une a las comunidades de Tierra Firme y Boca Cerrada.
El contacto con la naturaleza es inmediato para los viajeros, desde que se aborda la embarcación y se comienza el recorrido por el río Cuero, que dura unos 30 – 40 minutos hasta su desembocadura en el Caribe. Durante la aventura se pueden apreciar paisajes maravillosos, matizados por los ecosistemas de humedales, llanuras y bosques inundados característicos de la zona.
Para Milvia Díaz, encargada de la Oficina de Turismo Municipal en La Másica, el RVS Cuero y Salado “es una maravilla” y para figurar ese orgullo local que funda el manatí antillano, en 2022 se decidió incluirlo dentro del escudo del municipio, durante las festividades conmemorativas a los 100 años de fundación como una alcaldía.
“El manatí se incluyó (en el escudo municipal), ya que es un tesoro marino que se encuentra en peligro de extinción y su hábitat es nuestra comunidad de Boca Cerrada, que es visitada por muchos turistas locales y extranjeros, ya que es una maravilla, tanto el recorrido para llegar a la comunidad, como sus playas”, destaca la funcionaria del gobierno local masiqueño.
Otras alcaldías en Atlántida, como San Francisco y El Porvenir, tienen figurado dentro de sus escudos municipales al manatí antillano, como un símbolo de naturaleza y un atractivo turístico.
Pobladores en Boca Cerrada tienen una demanda unánime que aún no fue atendida por el Instituto de Conservación Forestal (ICF), ni la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (SERNA), respecto a otorgarles autorizaciones ambientales para dragar algunos canales acuáticos artificiales que confluyen con el río Cuero.
Los aldeanos arguyen que esos criques (canales) fueron atascados con sedimentos y vegetación derribada durante las tormentas Eta y Iota en 2020, lo que impide la adecuada navegación en lanchas y cayucos, lo que entorpece el adecuado desarrollo de las actividades turísticas, señalan.
Piden a la Municipalidad de La Másica y al Instituto Hondureño de Turismo (IHT) mediar para que ICF y SERNA no sigan “cerrados e insensibles al problema” y piensen en las necesidades sociales de una comunidad remota, que únicamente tiene acceso acuático y necesita darle mantenimiento a sus canales.
Un “tesoro acuático” para más comunidades en busca de desarrollo:
En Boca del Toro, San Francisco, Atlántida, el manatí también hace de las suyas con los pastizales a la orilla de los ríos cercanos a la comunidad, que tiene organizado un Comité Local de Turismo y trabajan conjuntamente con la Fundación Cuero y Salado (FUCSA), en algunas iniciativas y proyectos de impulso al desarrollo económico local.
FUCSA es una organización ambientalista de sociedad civil que nació en La Ceiba y que gestiona desde su declaración en 1987, al RVS Cuero y Salado.
“El manatí es un atractivo de nuestra comunidad porque cuando los turistas andan en la zona pueden disfrutar y verlos, cuando están comiendo en las orillas del río. Se suele ver más en las zonas donde hay pastizales, se ven al río Manga, en la parte de Casa Verde, donde hay bastante pastizal ellos pueden comer”, relata Sunny Maradiaga, integrante directiva del Comité Local de Turismo en Boca del Toro.
En esta aldea hay una cabaña acondicionada para que los viajeros puedan descansar y salir desde las primeras horas a los recorridos, también hay una zona extensa para la instalación de tiendas para acampado. Recientemente se terminó de construir un comedor comunitario, donado por el Banco de Desarrollo de la República Federal de Alemania (KFW), bajo el proyecto LifeWeb, gestionado por FUCSA y el ICF.
El establecimiento ya fue terminado, pero todavía “hacen falta algunos equipos para echarlo andar plenamente”, como ser guardadores de comida, refrigeradoras y otros utensilios necesarios, informa el Comité Local de Turismo en Boca de Toro. Aunque, ya ofrecen exquisitos platillos mediante encargos, con el tradicional sazón del Caribe hondureño.
Los precios de los recorridos cortos en lancha rondan los 100 y 200 lempiras por persona; hay paseos al Puente Limón y hasta Casa Verde, los viajes más duraderos llegan hasta Salado Barra (El Porvenir) y tienen costos mayores.
“El manatí tiene un gran significado para mí y mi comunidad porque es un animal que no es muy común en cualquier lugar, ya que es una especie que está bajo conservación. No es muy común, por eso se protegen las orillas de los ríos y la manga, porque ellos vienen a comer en esas áreas y por eso es un atractivo en Boca del Toro”, concluyó Sunny Maradiaga.
La ruta de acceso hacia la Boca del Toro inicia por la carretera CA-13, donde se debe tomar el desvío hacia la cabecera municipal de San Francisco, luego proseguir la marcha por un camino de terracería hasta llegar a las antiguas fincas bananeras, donde residen lugareños muy hospitalarios.
Vecinos en Boca del Toro hicieron una petición general a la Municipalidad de San Francisco, para que se puedan organizar jornadas de formación y capacitación para los guías comunitarios, mediante la Unidad Municipal de Turismo, conjuntamente con el Comité de la comunidad.
Además, turistas que visitan con frecuencia la aldea piden a la Municipalidad de San Francisco, darle mantenimiento al puente de acceso hacia la cabaña y el comedor comunitario, que está dañado desde hace algún tiempo y la comunidad no tiene los recursos para restaurarlo.
Salado Barra, otro santuario del manatí que urge de apoyo para reencarrilarse:
El Refugio de Vida Silvestre Barras de Cuero y Salado (RVSBCS) fue el primer humedal de importancia que el Estado de Honduras suscribió a la Convención de Ramsar (23/06/1993), este es un tratado internacional mediante el cual los gobiernos se comprometen a proteger estos ecosistemas, debido a su gran diversidad biológica.
Esta área protegida hondureña es el Sitio Ramsar 619 a nivel global, esto le posiciona como un atractivo ecoturístico y destino científico importante, en el departamento de Atlántida y todo el Caribe hondureño. La reserva se encuentra a unos 30 kilómetros (km) al oeste de La Ceiba, y su principal acceso terrestre es mediante una ruta ferroviaria desde la comunidad de La Unión hasta Salado Barra, en el municipio de El Porvenir, Atlántida.
El Ferrocarril Nacional de Honduras (FCNH) tenía unos ferrocoches que realizaban diariamente varios viajes entre La Unión y Salado Barra, pero dejaron de circular hace cinco años, recuerda Jarol Estrada, un guía originario de la zona.
“La línea fue construida por la Standard Fruit Company en el siglo XX, y posteriormente pasó a manos del FCNH, que durante un tiempo mantuvo activo el transporte para la comunidad y para los turistas. Sin embargo, este servicio se suspendió desde principios de 2020, debido a la pandemia por COVID-19, dejando el turismo de la comunidad en jaque y sumada la supuesta falta de fondos para el mantenimiento de los coches y la línea que tiene un poco menos de 10 km”, rememora.
Estrada afirma que ahora para llegar Salado Barra, los visitantes se montan a “las burras” que son plataformas entabladas con ruedas y se impulsan sobre la línea ferroviaria por un motociclista, no tienen frenos y han ocurrido algunos descarrilamientos, por ello la situación es insostenible y potencialmente riesgosa para los turistas.
En 2023, el IHT restauró casi un km de la línea férrea, esa primera etapa del proyecto se entregó al FCNH y aunque a finales de ese mismo año se licitó la segunda etapa que seguiría con otros cuatro km, desde la aldea de Ceiba Mocha hacia el Centro de Visitantes en Salado Barra, todo se detuvo, cuestiona Jarol Estrada.
El guía turístico detalla que los trabajos de restauración de la línea férrea no se continuaron desde que terminó la primera etapa y todo quedó paralizado desde 2024 y lo que va de 2025, por ello, como comunitarios unen esfuerzos y aunque no tienen las herramientas necesarias, reparan improvisadamente algunos puentes, encarrillan rieles flojos y desentierran los durmientes hundidos, para prevenir accidentes cuando viajan en las burras junto a los turistas.
“Toda esta situación ha dejado a las comunidades sin un acceso óptimo. Entidades gubernamentales como el IHT, FCNH y otras autoridades involucradas (Municipalidad de El Porvenir) no dan una respuesta a la población de la comunidad de Salado Barra”, concluye Estrada.
Por su parte, el viceministro del IHT, Luis Chévez, informó en este mes de agosto que “ya se preparó toda la parte administrativa para la continuación de este proyecto y en los próximos días y se espera que el Consejo Nacional del Turismo pueda aprobar la financiación para continuar con esta obra, atrasada por el licenciamiento ambiental, ya que hace un par de meses se obtuvo la licencia que estaba en proceso y se retomó todo el tema”.
Agregó, qué, la empresa estaba contratada desde diciembre de 2023 y se tuvo que enmendar contratos y corregir garantías, lo que les llevó todo el año 2024 y casi medio año de 2025. “Revisamos que todo esté en orden, estamos listos y esperamos arrancar los trabajos en los próximos días”, concluyó el funcionario.
José Paz, otro guía local en Salado Barra, ha observado grupos de manatíes en apareamiento y mientras se alimentan. Ha guiado paseos con turistas internacionales que arribaron durante los últimos inviernos al RVS Cuero y Salado, a bordo del yate exploratorio de la naviera francesa Ponant.
“Me he encariñado tanto del manatí que lo veo como si fuera parte de mi familia y creo que hay más gente en la comunidad (Salado Barra) que sienten lo mismo. Mi visión siempre ha sido la de conservar el hábitat del manatí y todas las demás especies, está claro que muchos turistas nacionales y extranjeros vienen a visitarnos por este animalito”, expresa Paz.
Propone, que, “sería bueno apoyar más acciones para la restauración de su hábitat, incluso expandir las zonas de alimento porque hay lados donde ya no están las plantas que ellos comen”.
Pese a los desafíos de transporte, los turistas siempre llegan a Salado Barra para apreciar las deslumbrantes auroras y ocasos, buscar a los manatíes entre los senderos acuáticos, disfrutar de las playas del Caribe hondureño, también pueden explorar el Centro de Visitantes de FUCSA e interactuar con comunitarios hospitalarios que se sienten orgullosos por vivir junto a una especie pacífica y aliada para atraer más desarrollo.
El departamento de Atlántida destaca entre los destinos del Caribe hondureño por sus múltiples atractivos naturales para los viajeros nacionales e internaciones, principalmente por la diversidad de sus ecosistemas marino-costeros, especialmente dentro de las áreas protegidas, donde se pueden vivir aventuras únicas y experimentar de interacciones directas con la naturaleza. Por: Josué Quintana Gómez/hondudiario