*** Vestida entera de blanco, como una novia sin velo, la catalana ha puesto en marcha una larga performance, un juego de danza contemporánea en la que su música y sus letras han pasado por encima de la figura de la artista.

Desde las gradas superiores, la sala Oval del Museu Nacional de Catalunya parece el funeral de un tipo estridente. Los bancos están ocupados por trajes negros –el código de vestimenta exige un “chic attire”– y al fondo hay un altar lleno de sábanas blancas arrugadas, entre las que contrasta una cabellera oscura. Un poco más allá, unos focos ciegan la imagen.
Esa misma cabeza se percibe inmóvil desde las 21:00, que es cuando los primeros visitantes irrumpen en el lugar. Una vez lleno, justo media hora más tarde, suenan los primeros acordes de “Sexo, violencia y llantas”, apertura de “Lux”, cuarto trabajo de estudio de Rosalía, y la cantante catalana se descubre como dueña de esa melena negra.
“Estar a oscuras es la mejor manera de experimentar luz”, había narrado un instante antes la voz que presentaba el acto, a la vez que invitaba a “detener el tiempo y llenar el espacio”.
Pues bien, eso es lo que ha sucedido la noche del miércoles en el MNAC: una hora de constante contraste entre luz y oscuridad, silencio y ruido, tiempo y espacio, en la que Rosalía, presente como una reliquia que va a ser venerada, ha revelado su “Lux”, un trabajo que será público el viernes 7 de noviembre.

Vestida entera de blanco, como una novia sin velo, la catalana ha puesto en marcha una larga performance, un juego de danza contemporánea en la que su música y sus letras han pasado por encima de la figura de la artista.
Así se ha sucedido “Divinize”, con el pecado original sobre ella; “Porcelana”, en la que la alerta enviada por Protección Civil ha quedado soterrada entre sus bajos; “Mio Cristo Piange Diamante”, una transgresión pop desde la ópera y la ya pública y celebradísima “Berghain”.
Las letras proyectadas sobre el escenario hacen perder la noción que Rosalía sigue estirada ahí en medio, mientras ella se queda contemplando su obra como el pintor que ve el cuadro colgado en la pared de un museo. Porque hoy Rosalía ha abandonado la condición de centralidad del músico para desplazarse a un lugar reservado siempre a otros respecto a su arte, el de ser solo una espectadora. Ha dejado de ser sujeto para ser objeto.
Así, a medida que sonaban “La Perla” con su crueldad hacia el ex, el flamenco sacro de “Mundo nuevo” o la dulce “Sauvignon Blanc”, crecía la impresión que Rosalía, que en “Lux” canta en 13 idiomas, no diría nada.

Tras escuchar los tres cortes exclusivos del formato físico –”Focu “ranni”, “Jeanne” y “Novia robot”– y subir la cuesta hacia el cementerio que forman “Memória” y “Magnolias”, la catalana se ha puesto de pie, ha saludado con la cabeza y ha abandonado la sala Ovan del MNAC en silencio y entre los aplausos de los cerca de 900 invitados, repartidos entre pocos periodistas, algunos fans y muchas celebridades.
Horas antes de la escucha, a la que han acudido figuras de la talla de Rossy de Palma, Amaia, los hermanos Muñoz de Estopa, Belén Esteban, Ilia Topuria, Jordi Évole o Paco León, Rosalía había sufrido dos pequeños contratiempos.
Por un lado, el disco se ha filtrado en su totalidad en internet y, por otro, el abogado del Ayuntamiento de Sijena, Jorge Español, ha pedido a una jueza de Huesca la anulación urgente del evento al entender que las “enormes vibraciones” de los potentes equipos de música podrían dañar las pinturas murales que están físicamente muy cerca de la sala donde se lleva a cabo la audición.
Esta petición, que finalmente no ha fructificado, ha llevado a que se hiciera pública la localización de la “listening party”, una ubicación que había sido guardada con esmero por parte del equipo de Rosalía.

Sin embargo, el anuncio, ya tardío, ha llevado a que solo se congregaran unas pocas decenas de fans a las puertas del museo.
El acto en la capital catalana se ha producido en paralelo a los organizados en otras ciudades como Ámsterdam, Berlín, Bogotá, Buenos Aires, Lisboa, Londres, Milán, París, Santiago de Chile, Estocolmo o Tokio, en las que unos pocos fans se han podido adelantar al viernes para escuchar “Lux”. EFE



