«Cachurecos cacarraleados»
(El teorema de zapato a caite)
Por César Indiano
A dónde voy me tropiezo con cachurecos cacarraleados y ¿qué es un cachureco cacarrealeado? Es un cachureco deslumbrado y atontado por Salvador Nasralla. Todos los cachurecos cacarraleados se acercan a mí diciéndome que la patria peligra, que la democracia está en riesgo y que ha llegado la hora de votar por el menos malo.Todos los cachurecos cacarraleados me dicen “Si el propósito es sacar a LIBRE y vencer a Rixi Moncada, elijamos a este jodido y en el camino arreglamos las cargas”.
Otros cachurecos cacarraleados dicen “se está preparando un fraude monumental siguiendo el esquema bolivariano de la estafa electoral continuada” y ahí andan todos, aturdidos y miedentos, leyendo “Los fraudes electorales del foro de Sao Pablo” el libro tembloroso de Alejandro Peña Esclusa.
Todo este asunto viene a ser una mezcla de ingratitud, desesperación, miedo, confusión y suicidio político a la cuenta de tres.
Porque todos prefieren entregarse a los brazos de la suerte (o de la muerte), antes que confiar en el restablecimiento del partido histórico que les dio todo: empresas, nombre, casa, becas para sus hijos, oportunidades, instituciones, haciendas y patrimonios… Qué raro; ahora resulta que los cachurecos cacarraleados fingen amnesia y ya no tienen partido. Se echaron las cobijas al lomo y se fueron de casa.
En nombre del recelo, los cachurecos cacarraleados están dispuestos a echar a la basura la identidad de un partido, la leyenda de sus forjadores, la historia de sus líderes y su propia identidad de patriotas nacionales. Ahora resulta que el partido viril que dominó la escena pública durante casi un siglo va a levantar un calzón colorado para usarlo de bandera en las elecciones de noviembre. Al razonar bajo el factor miedo anulan 100 años de historia y se echan a la basura todas las glorias pasadas.
¿Qué tipo de cachureco es uno que al primer traspiés se tira del buque para tratar de subirse a una canoa mojada?.
Los cachurecos cacarraleados describen a Tito Asfura como a un rezagado político, incapaz de articular tres palabras en medio de una tempestad mediática sobrecargada de mentiras, amenazas, chantajes y delaciones.
Los cachurecos cacarraleados menosprecian a su propio líder porque están engrifados de pánico, ahuevados hasta las suelas, porque se están tragando enteras las bullarangas y los cuentos chinos del foro de Sao Pablo.
Ahí me perdonan, pero me parece ridículo ver a los cachurecos pidiendo jalón y mendigando pan en las misas negras de un infantil pesimismo, mientras se oxida, carcomido por la hierba y el polvo, el tren de mil vagones que los llevó a sumar 1,2 millones de votantes en las elecciones del 2021.
¿Peligro comunista? ¿fraude al estilo Caracas? ¿Instalación de la constituyente? ¿provisión de arroz picado al estilo Cuba? ¡Ay qué miedo, corran que ahí viene el coco! cuánto atol de falsedades puede tragar la gente cuando decide merendar en la calle.
Los cachurecos cacarraleados están pasando de zapato a caite mediante un confuso proceso político que los podría dejar chuñas a la vuelta de la esquina.
¿Cuándo el Partido Nacional de Honduras se había amedrentado ante insultos e injurias de los contrarios? Jamás. Manuel Bonilla, Tiburcio Carias, Juan Manuel Gálvez, Rafael Leonardo Callejas, Ricardo Maduro, Porfirio Lobo y aun Juan Orlando Hernández; fueron acusados de comeniños y de fusilamadres; pero, jamás cacarralearon en los corrales ajenos de la traición y el despecho.
Jamás fueron invitados a un banquete para comer los huesos de las patas de las gallinas culecas. Ante las adversidades y los ataques estos líderes históricos sólo callaban, se reponían y convocaban con firmeza a sus correligionarios.
Sacaron a Honduras de peores pantanos y de letrinas políticas más profundas en el pasado, pero, los cachurecos de hoy están cacarraleados sólo porque les han tirado a los pies una culebra de hule.
