Mensaje a mi pueblo
Por: Dr. H. Roberto Herrera Cáceres
En ocasión de las próximas elecciones generales del 30 de noviembre 2025 y del nuevo Gobierno de Honduras 2026 – 2030, como parte de la representativa ciudadanía electora e integrante del pueblo soberano, me dirijo a todos (as) mis compatriotas para llamar urgentemente su atención prioritaria al momento histórico que vivimos que demanda pensamiento, unión y acción ciudadana para salvaguardar nuestra dignidad y derechos humanos en un verdadero Estado democrático pluralista de Derecho.
En atención a lo que se destaca, como primer paso, la importancia de la meditación y reflexión sobre el desempeño ético y cívico que se espera de nosotros la ciudadanía electora, en las próximas elecciones generales del 30 de noviembre; y, como segundo paso, la acción en adelante de la participación de todo el pueblo para apoyar al nuevo Gobierno legítimamente electo para superar la complicada y compleja situación confusa, penosa y socialmente injusta que hemos tolerado en el pasado y se ha agravado en los últimos años; y que hoy requiere impostergablemente la verdadera transformación de Honduras.
Al fin del siglo XX, la Universidad Nacional Autónoma (UNAH) me encomendó la Coordinación General del Proyecto “Mensaje al Futuro” para su realización y – con la colaboración de colegas docentes e investigadores universitarios de las diversas áreas del conocimiento científico y tecnológico de nuestra universidad nacional – logramos ejecutarlo con la articulación y complementación coherente de conocimientos y documentación que nos permitió precisar y acreditar la situación de Honduras, al año 2000 como fin del siglo XX. Logramos evidenciar así nuestro excesivamente lento desarrollo y deplorable situación de pobreza mayoritaria, con sus consecuencias negativas sobre el bienestar general y el progreso social del pueblo; así como las responsabilidades – de los gobiernos y de la misma sociedad – en tal lamentable estado de personas y cosas, con el propósito de que las generaciones de entonces y las futuras, como la actual, tomasen conciencia de la necesidad de empeñarse cívica y participativamente de asegurar el desarrollo integral sostenible para mejorar la calidad de vida y de trabajo del pueblo hondureño. Toda esa documentación fue colocada en una “Cápsula del Tiempo” que, por su valor científico y simbólico, se encuentra enterrada bajo un significativo pequeño monumento en los predios de la UNAH.
El equipo de docentes e investigadores universitarios, como voluntarios cívicos, acordamos ampliar nuestro aporte universitario al pueblo. Lo hicimos con el planteamiento del “Proyecto de Nación Siglo XXI: Honduras, Una Patria Para Todos” conteniendo una propuesta de Desarrollo Integral Sostenible de Honduras (Años 2001 – 2021) que titulamos “Vida Digna y Seguridad Democrática para la Nación Hondureña”, que, en consulta con sociedad civil, concluimos y presentamos como planteamiento concreto a la sociedad y al Estado, en el año 2001.
El contenido de esa propuesta científica universitaria puede resumirse en su objetivo general a terminar de cumplirse al año 2021, año en el cual “los hondureños y hondureñas contaríamos con formación básica y un efectivo nivel mínimo de vida que, junto a los que ya lo hayan logrado o superado, posibilitaría la participación de todos en la mejora de la calidad de vida personal, familiar, comunitaria y nacional, potenciando el trabajo esmerado individual y colectivo y la utilización racional de los recursos hacia la productividad nacional y la competitividad internacional, para asegurar la sostenibilidad de nuestro desarrollo humano”.
La historia de omisiones y discontinuidad de acciones por parte de los gobiernos y la sociedad se hizo también visible durante algún tiempo en lo concerniente al seguimiento de ese planteamiento. Pero, el espíritu y contenido de esa propuesta universitaria despertó el interés nacional y, desde el Foro Nacional de Convergencia, se integró un equipo interdisciplinario – en el cual tuve también el honor de aportar mis conocimientos – que estuvo en el origen y desarrollo de la parte medular del trabajo, realizado en consulta con la población, de lo que al final, en el 2009, se formalizó como “Ley para el Establecimiento de una Visión de País y la Adopción de un Plan de Nación para Honduras” que entró en vigencia en el 2010; y que – al igual que la Constitución de la República como norma fundamental – aún no ha sido debidamente aplicada por los sucesivos gobiernos ante la apatía y falta de interés de la mayoría de la población de participar activamente en la solución de sus propios problemas y en el disfrute equitativo de sus beneficios.
Situación que, a título de Ombudsman de Honduras 2014 – 2020, también abordé directamente en el terreno en cada departamento de nuestro territorio nacional y que – aún con las limitaciones legales correspondientes y la atención correspondiente al cumplimiento las funciones tradicionales de una institución nacional de derechos humanos – logré democráticamente innovar con el apoyo de todo el personal de la institución del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos; con quienes promovimos exitosamente (del 2016 al 2020) la concientización, el empoderamiento y la activación de comunidades locales – de dos municipios en cada uno de los dieciocho departamentos – en la implementación de una endógena Estrategia de Seguridad Humana para el Desarrollo Local Sostenible “Municipios de Bienestar Solidario” que, por la mala práctica de la discontinuidad de políticas institucionales, se abandonó posteriormente, desde el 2021.
Al 2025, es fácilmente verificable que si bien ha habido adelantos, en Honduras: ellos han sido meramente formales, sin un cambio real en la vida en sociedad y sin ningún beneficio significativo y durable para la mayoría del pueblo. Así, permanecemos asediados por limitaciones materiales y ausencia de continuidad de políticas, medidas y acciones gubernamentales que, apoyadas por la sociedad, atiendan progresivamente las necesidades de vida digna y de progreso de nuestra población; que evolucionen en dirección a la aspiración colectiva a una patria sin pobreza, sin corrupción, sin crimen organizado ni impunidad; y sin otros males públicos que también contribuyen a la inhumana migración forzosa de parte significativa de nuestros compatriotas.
Como lo he hecho a lo largo de mi vida – a título de ciudadano hondureño – continúo haciéndolo siempre, con llamados fraternales a nuestra conciencia ética y a nuestro espíritu cívico para responder, con patriotismo constitucional, al actual desorden social, con nuestro poder soberano como ciudadanos de un constitucional Estado democrático de Derecho con finalidad social que requiere ser dirigido por gobiernos pluralistas que se ocupen seria y exclusivamente de asegurar y fomentar la dignidad de la vida en sociedad democrática en Honduras: respetando, protegiendo y promoviendo la dignidad humana de los (as) habitantes, su bien común y progreso social.
La evidencia más reciente y documentada de la continuidad debida de mi aporte ciudadano en ese sentido, es mi libro “Dignidad y Derechos del Ser Humano en el planeta Tierra”, publicado el 28 de enero 2025, por la Editorial DIALETICA de Sao Paulo, Brasil, y ya en circulación mundial. Lo ahí verificado, documentado y planteado constata y evidencia la actual realidad social en Honduras que es casi totalmente diferente a la digna vida humana objetivada en la vigente Constitución de la República de 1982.
Ante esa inhumana e impactante ilegalidad y contravención constitucional se plantea en el libro medios de solución que nos encaucen a actuar bajo el imperio del Derecho y que nos conviertan en un ejemplo en el mundo del ejercicio efectivo del pueblo de su soberanía y autodeterminación para posibilitar su desarrollo sostenible integral mediante la transformación local y nacional. Medios y finalidad que tendrán la gran oportunidad de comenzar a realizarse a partir de las próximas elecciones generales 2025, seguidas del funcionamiento debido del nuevo Gobierno 2026 – 2030 y de los sucesivos gobiernos de Honduras.
En esa dirección, se hace un llamado al pueblo soberano para que, en unión solidaria, desde ahora tendamos puentes de dignidad humana en la comunicación y acción de la hondureñidad; y logremos transformar nuestra Honduras en una Patria por todos (as) compartida y salvaguardada. Una Honduras que afirme nuestra nacionalidad y nuestro constitucional Estado democrático pluralista de Derecho con finalidad social, para que – de verdad – realicemos y disfrutemos solidariamente el desarrollo sostenible en favor de nuestro bienestar y progreso, con seguridad humana, libertad, justicia social y paz.
El primer paso firme en esa dirección es que: todos (as) recordemos y meditemos individualmente; y dialoguemos colectivamente sobre nuestro pasado hasta la fecha; sobre nuestra evolución constitucional en el presente; y sobre la conciencia ética y cívica de nuestros antecesores y de nosotros las actuales generaciones hondureñas de jóvenes, adultos y mayores en una Patria por todos (as) compartida: y que, por esa vía, nos empoderemos y ejerzamos, de manera real, nuestra soberanía y autodeterminación como pueblo; y de esa manera – unidos todos – logremos salir de la situación de pobreza y subdesarrollo, en Honduras.
Ese paso responderá al legado ético del pensamiento democrático hondureño. que hemos recibido de nuestros próceres y héroes; y al que deriva de la evolución constitucionalista de Honduras y, en la actualidad, de nuestra vigente Constitución de la República de 1982 que nos llaman a que, entre hondureños (as): tendamos puentes de dignidad humana; proclamemos la palabra ciudadana y rompamos cadenas que, hasta la fecha, atan al Estado Democrático de Derecho con finalidad social, para liberarlo a fin de que cumpla – por medio de sucesivos buenos gobiernos y del apoyo contante de la sociedad – su obligación y responsabilidad de garantizar efectivamente, a partir del 2026, la protección y promoción de la dignidad humana como guía de la transformación nacional de nuestra amada Honduras.
A evidenciar los medios que nos harán posible avanzar cívicamente hacia esa transformación nacional: dedicaré mi próximo mensaje de solidaridad ciudadana como hondureño fraternalmente unido con los (as) demás compatriotas en la fe que guía la esperanza de un porvenir mejor para Honduras, gracias a la voluntad y acción solidaria participativa de la ciudadanía en la reivindicación de la dignidad y los derechos humanos de cada hondureño y hondureña, así como del pueblo de Honduras en su conjunto.



