Por Alex Campos/Libertario
El término «guerra no convencional» hace referencia a estrategias híbridas diseñadas para quebrar la voluntad de una población e imponer la influencia de una nación extranjera sin recurrir al uso directo de la fuerza militar extranjera. En un mundo donde los conflictos ya no se libran exclusivamente en los campos de batalla, este tipo de guerra ha emergido como una táctica de desestabilización silenciosa. Estas estrategias combinan elementos de guerra económica, desinformación, extorsión política y narco terrorismo, afectando directamente la vida de los ciudadanos.
Los efectos económicos de una guerra no convencional pueden ser devastadores. La desestabilización de los mercados mediante el exceso de préstamos, la manipulación de políticas monetarias y los excesivos controles financieros genera incertidumbre, afectando la inversión y el empleo. Asimismo, los ataques dirigidos a infraestructuras críticas, como redes eléctricas o sistemas de transporte, pueden interrumpir servicios esenciales, causando pérdidas millonarias. Además, regulaciones, licencias, permisos e impuestos excesivos limita el acceso a bienes y servicios, encareciendo la vida cotidiana y reduciendo el poder adquisitivo de la población.
Más allá de lo económico, la guerra no convencional afecta la estabilidad emocional de la sociedad. La propagación de miedo e incertidumbre, alimentada por la desinformación, erosiona la confianza en las instituciones y divide a la opinión pública. La constante exposición a amenazas, reales o percibidas, genera ansiedad, estrés crónico y una sensación de vulnerabilidad permanente.
Casos extremos de depresión y ansiedad pueden derivar en homicidios, violencia intrafamiliar, el aumento de suicidios por desesperación, alcohol y drogas, aunque estos datos no se reflejan con transparencia. Además, la desesperación impulsa a miles de personas a emigrar ilegalmente, enfrentándose a riesgos extremos y dejando atrás familias fragmentadas, lo que perpetúa aún más la crisis social.
Las guerras ya no solo se ganan con ejércitos. Comprender los efectos de la guerra no convencional es fundamental para desarrollar mecanismos de defensa que protejan tanto la economía como la salud mental de las sociedades. En el caso de Honduras, indican que el país ha sido objeto de estrategias de desestabilización desde 2006, impulsadas por agresiones dirigidas desde Cuba, su colonia bolivariana de Venezuela y otros pertenecientes al Foro de Sao Paulo.
La mejor herramienta contra este tipo de agresiones es una población informada, resiliente y obediente a Dios, capaz de discernir la realidad de la manipulación y fortalecer sus instituciones para garantizar estabilidad, libertad y crecimiento. Alex Campos/ Libertario.